miércoles, 27 de diciembre de 2006

La Ley de Herodes


Esta tarde tuve la oportunidad de ver la Ley de Herodes, película mexicana en la que se analiza el tema de la práctica política desde una perspectiva cómica pero sobre todo triste, ya que muestra una realidad de todos los días para el tradicional político latinoamericano de barrio, pueblo, ciudad y país.

Los supuestos valores arraigados en un hombre sencillo, se ven arrasados por la tragicómica realidad política que lo rodea cuando de la noche a la mañana adquiere un poder para el que no estaba preparado.

Vargas (el personaje principal) vive de las migajas que le lanza un partido que empieza a convertirse en la maquinaria política que terminaría concentrando el poder en México por más de 70 años, esperando una oportunidad de demostrar su capacidad para ejercer cargos públicos, y a través de ellos concretar los postulados de modernidad y justicia social que embandera su partido.

Lastimosamente es él a quien no le durarán mucho sus expectativas de orden y progreso, y más bien se convertirá prácticamente de la noche a la mañana en uno de los peores gobernantes municipales en llegar a uno de los pueblos más miserables que pueda uno imaginar, justificando los medios más corruptos para sin tener claro cual es el fin, el mismo que al concluir será el de creerse un híbrido entre salvador, benefactor y dueño del pueblo.

Este comportamiento se repite en varios de los personajes, quienes aprovechan su escalafón en ejercicio del poder para hacer y deshacer a voluntad, práctica que es común en nuestros gobernantes, pero que lastimosamente no termina necesariamente mal ni por intervención de la justicia divina, y mucho de estos no suelen concluir juzgados o muertos, sino como Vargas, premiado por el azar y aumentando su poder cada vez más.
Así pues el consejo sigue siendo válido para los que se inmiscuyen en política sin la preparación adecuada y solo quieren sobrevivir sin ayudar a nadie más que a ellos mismos: apliquen la Ley de Herodes – o te chingas, o te jodes -

martes, 26 de diciembre de 2006

Lo que la Navidad deja para otros.


Miles de personas que peregrinan a las urbes para que se les regale la Navidad, para dormir en parques y parterres, para regresar con lo que más se pueda, para que por lo menos unos días al año quienes sufrimos de estrés por el tráfico, por el trabajo, por la universidad, por la familia, por la pelada, por los hijos, por las cuentas, por el internet, por el fútbol, por las cosas que no se van a poder comprar sino hasta el próximo año, veamos que hay gente que si tiene problemas de verdad, y salvo estos días, el resto del año vive más tranquilo que uno.

Esa tranquilidad no significa que no sufran, no se preocupen o no tengan hambre, pero significa que su realidad es palpable, comprensible, más real, valga la redundancia.

Claro que hay gente que no se explica como estos indios vienen a morirse de frío, a pasar hambre, a denigrarse mendigando, botando sus cultivos, porque no quieren progresar, porque les parece que es más fácil pararse en una esquina y estirar la mano, con sus hijos corriendo en las intersecciones vehiculares más transitadas.

Lo que no se dan cuenta es que el frío lo sienten todo el año, y al igual que el hambre solo se calma con la compañía de los miembros de la familia al compartir lo poco que tienen, no se dan cuenta que no se denigran, porque la supervivencia impone mecanismos que necesariamente no todos entendemos, porque el concepto de progreso no es compartido, porque para esta gente jugarse la vida en una esquina es una experiencia de vida, como para otros tristemente puede ser ir de shopping.

Ojala que este año nos deje la clara visión de que la navidad no es solo árboles, pavos, regalos, novenas, y demás; la visión sobre la gente, de carne y hueso, como uno, cambie sobre quienes vienen a la ciudad, y que nos demos cuenta que al ayudarlos, nos regalamos a nosotros mismos un poco de humanidad.

Lo que la Navidad deja para los consumistas


Del árbol.- Este año me propuse ya no ayudar en esto del árbol, y es que si bien nunca me ha parecido que sea una costumbre que tenga que ver con nada, lo hacía por ver la felicidad que causaba en mis padres el hecho de tener a sus hijos ayudando a decorar y toda la vaina.
Sin embargo este año a más de las convicciones se sumo la iniciativa de papá de que el que arma desarma, ahí que no pude más que huir de casa el día en cuestión y regresar cuando estuvo finalizado, aunque de todas maneras ya hubo el anuncio de que cuando se desarma el árbol ahí si todos metemos las mano, más claro, una fuga en vano y un momento familiar perdido.

Del pavo.- Parece increíble que en esta crisis económica (supuesto económico con el que ganó abrumadoramente el presidente electo) la venta de pavos haya sido tan onerosa, y consecuentemente la venta de otros productos que sirven para los acompañantes, tanto los comibles como los bebibles.
Este año en mi casa la navidad llego para los cinco miembros que somos, es decir que tenemos pavo para rato, así en febrero probablemente estemos hartos del pavo en sus distintas presentaciones, lo que me hace pensar que si mi familia no es el único caso, los restaurantes de comida especializados en pavo deben sufrir en los meses posteriores a estas fiestas.

De los regalos.- Cada vez esta “tradición” es más ridícula, y así ahora uno recibe regalo de todo el mundo y para no quedar mal tiene que dar regalo a todo el mundo a su vez, por esto de la aceptación social y todo este cuento de dar y recibir.
Así pues ante la visita insospechada e inesperada en todo el sentido de la palabra de un vecino, tocó huir a comprar lo primero que se pueda para demostrar que el sentimiento ha sido pues mutuo.
Además hay que incluir que es la fecha fortuna para que muchos se acuerden de visitar a parientes, sobre todo si estos se caen con algún presente.

De las novenas.- De ser un conjunto de oraciones, actos de devoción realizados durante nueve días seguidos, según el Diccionario Planeta de la Lengua Española, pasó a ser un evento social de magnitudes fiesteras y más que ‘noveneras’, pasó a ser ‘noveleras’, en el que se reúnen miembros de una familia o de un grupo social determinado, para que la mayoría rece un rato, y luego se instalen a comer, beber y e inclusive bailar, con los restantes, y esto durante nueve días. Gran banquete en honor a la devoción.

En fin un año más de tradiciones y contradicciones ajenas y propias que se confunden en eventos sociales y gastos innecesarios, que no han logrado servir para lo que la navidad sea la fiesta cristiana que debería ser, para quienes comparten esta fe.

viernes, 22 de diciembre de 2006

Costumbres criollas urbanas: de qué hacer durante el tráfico de Quito


El tráfico de Quito se ha convertido en un problema cada vez mayor, y en esta época de lluvias en la que se inundan las calles, y se convierten en verdaderos “rápidos” más peligrosos que los ríos del oriente, en la que se apagan los semáforos y uno tiene que hacer las de persecución en película gringa para pasar por las principales intersecciones de la capital, o lo peor, esperar de treinta minutos a hora y media para cruzar menos de un kilómetro y a veces una cuadra, me detuve a imaginar (por el tráfico) qué sería bueno realizar para evitar el estrés que causa la impotencia de ver como no se puede llegar al destino deseado, a la hora acordada, y poder regresar a la oficina a una hora decente.

Así pues decidí en primer lugar ver que hacen otros compañeros de tráfico en ese instante, y realmente me di cuenta que no hacen mucho más que estar pegados al volante con los pies entre el embrague y el acelerador esperando que el pobre imbécil de adelante se mueva un micromilímetro para poder avanzar, y claro, están tan pendientes porque el imbécil en cuestión puede estar distraído y no darse cuanta que su retraso puede costar que el estresado ciudadano llegue un nanosegundo más tarde a su destino, en consecuencia ellos deben estar prestos a dar un sutil golpe al pito, de 2 a tres minutos, para que el tarado se mueva y no le haga perder más tiempo.

Otros más relajados, pero aún no tanto, están hablando por celular, mientras hacen lo anterior, lo que bien les da tintes de hipócritas, al no estar lo suficientemente emperrados con la situación como para reaccionar como los anteriores, o bien reaccionan como los anteriores, teniendo la capacidad de emperrarse, pero mantener una conversación saludable (se presume por buena fe), o por último estos son los imbéciles referidos anteriormente.

Finalmente los que están hechos al dolor, ya sea porque así son, o porque se dan cuenta que de esa no van a salir pitando, que ese pito no va a provocar que el carro de enfrente se eleve y vuele al infinito y más allá, y tal vez en su impavidez estén deseando poder volar ellos mismos y salir de sus vehículos hacia el mar, como en ocho y medio, claro está evitando el planchazo en el mar.

Mi primera impresión fue que tal vez la Dirección de Tránsito debería traer gente experta de ciudades como México o Nueva York que nos enseñen como enfrentar estas situaciones gente del primer mundo que saben perfectamente cuando y cuanto pitar, como mandarse a la mierda adecuadamente, y saben hasta como rozar sus vehículos como en el primer mundo, sin embargo hasta que esto suceda, no nos queda más que putearnos a la criolla y aguantar el tránsito como en el tercer mundo.

Es por esto que se me ocurrieron algunas ideas, y claro está que estoy abierto a sugerencias, ya que la imaginación popular siempre está creando nuevas formas de actuar.

Hacer el amor.- Lastimosamente esto de hacer el amor va a resultar difícil, ya que por prohibiciones legales en principio es imposible, sin embargo, para aquellos que posean vehículos altos y polarizados, bien podría ser una opción, claro está que hay que confiar en la capacidad del conductor o conductora para arreglárselas a avanzar los milímetros mencionados mientras copula sin partirse la espalda. El problema se agranda si es que alguno de los que interviene en esta forma de “entretenerse” no tiene la condición física de un futbolista o la flexibilidad de un contorsionista chino para conseguir completar el acto, o al menos iniciarlo. Sin embargo, de conseguirse esta sería la mejor manera de complicarse por el tránsito, ya que las endorfinas creadas en la situación relajarían mientras se aprovecha el tiempo perdido.

Masturbación.- Una opción para aquellos solitarios conductores, que en esos momentos deseen relajarse, y claro está tengan la suficiente confianza y concentración para lograr el objetivo. A pesar de que la opción está planteada cabe la posibilidad de que quien lo hace sea sancionado por la ley, o bien se confunda con la palanca y lesione su miembro al intentar cambiar de marcha.

Trabajar.- Para aquellos insaciables de sus labores diarias, bien podría el llevar la oficina al auto ser una opción, que no necesariamente desemboca en el taxismo, ya que con la tecnología actual se podría realizar múltiples actividades entre pitazo y pitazo del auto de atrás. El principal peligro consistiría en la posibilidad de quedar sordo con tanto pito que va a recibir, y la posibilidad que el de atrás baje a putearlo, e inclusive agredirlo físicamente, por ser creer que Ud. es el más imbécil de la fila.

Jugar cartas.- Gran solución ya que inclusive si está solo puede jugar “solitario” (no confundir con la segunda opción), o en grupo crear un ambiente de entretenido esparcimiento con sus pasajeros, claro está que en el caso del solitario las cartas podrían caerse al reaccionar abruptamente y acelerar bruscamente el auto ante el sutil pitazo de atrás, y en grupo Ud. corre el riesgo de que le hagan trampa al no estar completamente atento y el problema termine siendo con sus pasajeros.

Hablar por teléfono.- Para aquellos duados, o que sin estarlo igual parecen, es una solución el colgarse del teléfono y hablar sin parar, como si la vida se fuera a terminar al momento de terminar la llamada. Sin embargo es una gran solución ya que bien puede distraer, o bien se puede llamar a algún pendejo y desquitarse las iras causadas por la congestión vehicular. A pesar de esto hay que estar atento a dos eventos: 1. que el de atrás no se vuelva loco pitando mientras Ud. ni lo escucha por estar al teléfono, ya que sería grave que nuestro amigo llegue a su reunión trastornado, y que la policía no lo vea y le multe, ya que hasta salir del tráfico podría acumular hasta un millón de dólares en multas.

En fin, estas son las alternativas que se me ocurrieron durante mi estadía en el tráfico, creo que pude hacerlo mejor, pero el paciente señor de atrás ya pitó y me sacó de mi sueño, probablemente todo esto se me ocurrió de puro imbécil desde su perspectiva, ojalá que él pueda darme una solución más efectiva. (lástima que él no haya estado frente a mi, ya saben porque)

Costumbres criollas nacionales: de los Paros


Sin lugar a dudas que los paros están institucionalizados en el país, es así que es más frecuente que un ecuatoriano desee hacer un paro, manifestación, huelga de hambre, bloqueo de vías y otras similares, que ir a la casa a visitar a su olvidada familia, trabajar más de lo necesario o ingeniar nuevas formas de reclamar.
A tanto ha llegado el problema en el país que ahora se han visto paros que sorprenden a unos y que son justificados por otros, que no reclaman al gobierno necesariamente, y que detienen la vida nacional de otros ciudadanos por cuestiones estrictamente privadas.
Aún recuerdo cuando en el colegio en el que me eduqué se realizó una concentración de estudiantes exigiendo la entrega de casilleros a las aulas, cuando no se había cumplido eficazmente esta oferta, y que un profesor nos dijo que precisamente en la unión entorno a un objetivo estaba el éxito de cualquiera de estos actos, y así pues en 48 horas todos los alumnos contaban con esta comodidad.
Claro está que para esto no salimos a las calles aledañas a la institución en cuestión a cerrar vías ni nos declaramos en huelga de hambre, ya que en todo reclamo debe existir una consecuente responsabilidad con lo que se está reclamando.
Y es precisamente esta proporcionalidad del reclamo lo que está empezando a cansarnos de las huelgas, lo que origina que cuando alguien reclama ya nadie preste oídos, porque solo es otra huelga, porque el exceso en el uso de un mecanismo para conseguir algo lo desgasta hasta convertirlo en inutilizable por la falta de eficacia y eficiencia que adquiere.
Así pues los habitantes del valle del Chota, y más precisamente del juncal, ahora están empeñados en jugarse el físico paralizando las vías debido a la sanción impuesta contra de Agustín Delgado, que de pareciera que de la noche a la mañana se ha convertido de héroe en villano, aunque claro que desde mi humilde perspectiva este proceso lleva ya algún tiempo y está socapado por ciertos medios talvez ignorantes o tal vez parcializados.
La sanción por el bochornoso hecho sucedido en la última fecha del campeonato 2006, responde al acto cometido por el popular “Tin”, y además de ser ejemplarizadora y demás es consecuente con la cantidad de heridas y el volumen de trifulca que se armó, por lo que no considero exagerada la sanción.
Claro está que los dirigentes de los equipos en cuestión han optado por la victimización, de su respectivo cuerpo de jugadores, y aunque reconocen a medias sus responsabilidades en los incidentes, consideran que los otros tienen igual o mayor culpa, y en consecuencia se los debe sancionar con igual o mayor fuerza, situación jurídicamente inexplicable.
Sin embargo el punto que nos incumbe es el del paro con que se amenaza si no se levanta la sanción a Delgado por parte de la FEF, que de pronto cobró aires de divino por sus actuaciones futbolísticas importantes y nos hemos olvidado de su parte humana, la misma que lo hizo reaccionar ante las provocaciones de un juvenil barcelonista, e iniciar una gresca nunca vista en nuestro fútbol moderno, y que, como consecuencia de esta visión de Agustín como un salvador de la humanidad, o por lo menos de la humanidad del Chota, se pretende paralizar el desarrollo de las actividades de muchos ecuatorianos, que aunque futbolizados, en su 99% no vive del fútbol.
Así cada vez que de ahora en adelante se quiera sancionar a alguien por algo, mejor habrá que averiguar si no es el único o máximo representante de alguna población, caso contrario nos veremos en la situación de no poder castigar al infractor por miedo a que la gente no asuma responsabilidad, o ya ni siquiera reconozca la de otros, y es que hay que empezar a entender que mientras más representativo es una persona respecto de un grupo, más intachable debe ser su comportamiento, o por lo menos así debe parecer.