viernes, 22 de diciembre de 2006

Costumbres criollas nacionales: de los Paros


Sin lugar a dudas que los paros están institucionalizados en el país, es así que es más frecuente que un ecuatoriano desee hacer un paro, manifestación, huelga de hambre, bloqueo de vías y otras similares, que ir a la casa a visitar a su olvidada familia, trabajar más de lo necesario o ingeniar nuevas formas de reclamar.
A tanto ha llegado el problema en el país que ahora se han visto paros que sorprenden a unos y que son justificados por otros, que no reclaman al gobierno necesariamente, y que detienen la vida nacional de otros ciudadanos por cuestiones estrictamente privadas.
Aún recuerdo cuando en el colegio en el que me eduqué se realizó una concentración de estudiantes exigiendo la entrega de casilleros a las aulas, cuando no se había cumplido eficazmente esta oferta, y que un profesor nos dijo que precisamente en la unión entorno a un objetivo estaba el éxito de cualquiera de estos actos, y así pues en 48 horas todos los alumnos contaban con esta comodidad.
Claro está que para esto no salimos a las calles aledañas a la institución en cuestión a cerrar vías ni nos declaramos en huelga de hambre, ya que en todo reclamo debe existir una consecuente responsabilidad con lo que se está reclamando.
Y es precisamente esta proporcionalidad del reclamo lo que está empezando a cansarnos de las huelgas, lo que origina que cuando alguien reclama ya nadie preste oídos, porque solo es otra huelga, porque el exceso en el uso de un mecanismo para conseguir algo lo desgasta hasta convertirlo en inutilizable por la falta de eficacia y eficiencia que adquiere.
Así pues los habitantes del valle del Chota, y más precisamente del juncal, ahora están empeñados en jugarse el físico paralizando las vías debido a la sanción impuesta contra de Agustín Delgado, que de pareciera que de la noche a la mañana se ha convertido de héroe en villano, aunque claro que desde mi humilde perspectiva este proceso lleva ya algún tiempo y está socapado por ciertos medios talvez ignorantes o tal vez parcializados.
La sanción por el bochornoso hecho sucedido en la última fecha del campeonato 2006, responde al acto cometido por el popular “Tin”, y además de ser ejemplarizadora y demás es consecuente con la cantidad de heridas y el volumen de trifulca que se armó, por lo que no considero exagerada la sanción.
Claro está que los dirigentes de los equipos en cuestión han optado por la victimización, de su respectivo cuerpo de jugadores, y aunque reconocen a medias sus responsabilidades en los incidentes, consideran que los otros tienen igual o mayor culpa, y en consecuencia se los debe sancionar con igual o mayor fuerza, situación jurídicamente inexplicable.
Sin embargo el punto que nos incumbe es el del paro con que se amenaza si no se levanta la sanción a Delgado por parte de la FEF, que de pronto cobró aires de divino por sus actuaciones futbolísticas importantes y nos hemos olvidado de su parte humana, la misma que lo hizo reaccionar ante las provocaciones de un juvenil barcelonista, e iniciar una gresca nunca vista en nuestro fútbol moderno, y que, como consecuencia de esta visión de Agustín como un salvador de la humanidad, o por lo menos de la humanidad del Chota, se pretende paralizar el desarrollo de las actividades de muchos ecuatorianos, que aunque futbolizados, en su 99% no vive del fútbol.
Así cada vez que de ahora en adelante se quiera sancionar a alguien por algo, mejor habrá que averiguar si no es el único o máximo representante de alguna población, caso contrario nos veremos en la situación de no poder castigar al infractor por miedo a que la gente no asuma responsabilidad, o ya ni siquiera reconozca la de otros, y es que hay que empezar a entender que mientras más representativo es una persona respecto de un grupo, más intachable debe ser su comportamiento, o por lo menos así debe parecer.