viernes, 16 de febrero de 2007

Del camino a la Asamblea y del chiste de las dos posibilidades.


El Congreso, patriótico, depurado, moderno, consecuente y sobre todo desinteresado (ya dicen), decidió dar paso a la Asamblea (novedad dirán).

Pero el punto es que se da la Asamblea, y en el país de las ilusiones sobredimensionadas, se pondrá ahora si, una vez más, las esperanzas ella, ojalá no sea la del fútbol de la selección antes de la última época, es decir, jugamos como nunca, y perdimos como siempre.

Pero dejando el pesimismo de los posibles resultados de la Asamblea, vamos al pesimismo por la posible duración de la misma, y es que es necesario comprender que una transformación, por más revolucionaria que sea, o pretenda ser, no se alcanza sino a través de la inversión del esfuerzo intelectual y humano durante periodos considerables de tiempo, que serían algunos años, sino décadas. Roma no se hizo Imperio de un día para el otro, y tampoco se extinguió así.

Sin embargo, en nuestra desesperación por percibir cambios, me temo que la Asamblea durará menos de lo que debería para establecer un marco institucional en el que se realicen profundos cambios al sistema orgánico (y para otros inclusive el dogmático), mientras que para algunos durará mucho más, ya que no faltarán los ingenuos que crean que al otro día de la Asamblea tendrán pan, techo y empleo. (Perdón al felino por la utilización de su frase)


Pero hasta que la mismísima Asamblea se instale todavía hay camino que recorrer, como en serio establecer algún requisito para participar, sino cada papeleta va a ser un libro lleno de participantes, y que al ser tantos no van a alcanzar a publicitarse equitativamente como se ha prometido en los medios; tampoco se han tapado los vacíos legales que tiene el estatuto y que van a permitir que se encuentre la 101 pata al ciempiés:


  • El 15 de abril será consulta para definir si se quiere o no Asamblea, en la que ganará el si por la Asamblea o el no.

  • Si gana el no, no pasa nada, pero si gana el si tenemos dos posibilidades: que nos guste lo que hizo la Asamblea, o que no nos guste.

  • Si no nos gusta lo que hizo la Asamblea, la patria volverá (así decía el slogan) y votaremos por el si en el referéndum aprobatorio de la nueva Constitución, adoptamos el nuevo marco legal y no pasa nada (o ahí se verá) pero si gana el no, tenemos dos posibilidades, que no nos guste toda la nueva Constitución, o que no nos guste unas que otras cosas.

  • Si no nos gusta toda la nueva Constitución, no tengo ni la menor idea que se inventará el gobierno para salvar los muebles, y probablemente ahí se den un millón de probabilidades, pero si no nos gusta solo algo, lo más probable es que se busque extender el tiempo de desempeño de la Asamblea, y ahí si otro millón de probabilidades.

Así pues, la asamblea nos hace que desarrollemos miles de preguntas más, por lo menos a quienes aún dudamos de cualquier político, sea tradicional o no, y nos pone en la palestra del debate sobre que nos conviene hacer con estos plenos poderes.