lunes, 12 de marzo de 2007

Costumbres Criollas Urbanas: De qué hacer durante un partido de fútbol


Como fanático del fútbol voy constantemente al estadio, más que el ciudadano promedio y menos de lo que debería, pero como todo en esta vida, ir al estadio no se resume en visitar esa gran ágora para ver jugar a 22 sujetos matándose por un balón, para luego intentar introducirlo en un rectágulo.

Esa descripción se ajusta tal vez al comentario de mi abuelita sobre lo que es el fútbol, ya que para mi es mucho más que eso, y es que la pasión que genera este deporte es sin duda alguna incomparable. A pesar de esto, esta pasión del fútbol se vive de diferentes maneras como es obvio y cada persona tiene sus "actividades paralelas" dentro de un estadio antes, durante y después de un partido, que no tienen, a veces, mucho que ver con

Chupar: Para algunos ir al estadio es sinónimo de chupar, muchas veces hasta la inconciencia, las bielas en los partidos del mediodía, el infaltable Trópico por las noches y a veces las muy conocidas turbobielas. Claro, para algunos una bielita en el estadio no estará mal, dos o tres quizás, pero para otros es importante chupar, lo necesario digamos, para poder aguantar el resultado del partido, el trámite del mismo o simplemente para pasar con los panas.

Comer: Tal vez fue que mi padre siempre fue al estadio exclusivamente a ver el fútbol, y no era gran fuente de alimentación para mi dentro del mismo en mi infancia, pero se me hace difícil recordar nada más que helados y empanadas de morocho antes rondando por los graderíos. Ahora se puede encontrar toda una extensa gama de arte culinario en el espectáculo deportivo, de las que yo he visto, papas con cuero, fritada, papas fritas (y más productos en funda), hot dogs, pizza, fritada, hornado, menudo, mote, entre los que se me vienen ahorita a la cabeza. Así que uno puede ir al estadio y alimentarse abundantemente, pero hay que procurar comprar a la salida, porque así las leyes del marcado funcionan perfectamente y el precios de los productos baja.

Salir en una cita romántica: Es cierto, el estadio no es el mejor sitio, pero la interacción social del lugar es fenomenal, más si es un partido en el que asista mucha gente, un clásico (aunque para nuestros periodistas deportivos casi todos los partidos lo son), o uno en el que parezca que el equipo de uno va a ganar con facilidad para quedar bien. Así ahora es muy común ver parejas en el estadio viendose más entre si que al pertido mismo.

Jugar con paracaidistas: Si fuera niño aún lo haría (es más lo he hecho hasta recientemente) a viva voz, ya que si hay una regla general, es que los niños van al estadio a hacer cualquier cosa menos ver el fútbol, y así se divierten con cualquier cosa, entre ellas esos muñecos amarrados a una funda que son los mismísimos paracaidistas, que nos pasan por la cabeza de vez en cuando si tenemos a un niño cerca.

Socializar: Mucha gente va al estadio exclusivamente para salir con amigos, hecho que molesta a los integrantes de barras bravas, ya que califican de noveleros a los primeros, por no ir a alentar durante los noventa minutos de juego, pero esta gente igual paga su entrada, y al llevar más amigos a ver el espectáculo, apoyan al equipo a su manera.

Estas se me ocurren por el momento, si alguien tiene más digan nomás con confianza, total todo puede suceder cuando entre cincomil y cincuentamil personas están reunidas.

2 Guiños:

Anónimo dijo...

Desestres, ir al estadio implica no solo apoyar a tu equipo, que se vuelve parte de tu identidad (un sentimiento), sino que conlleva hacer cosas que no las haces todos los días, como gritar de la emoción, rabia, estar pendiente, hasta cierto punto es como ser el protagonista de una película, es sentir que tus gritos y tu apoyo pueden marcar la diferencia

Anónimo dijo...

Yo voy a morirme de la risa (por las barras, por las palabrotas, los apodos, por los tipos raros de las barras, por las criolladas, por las papas con cuero, por los hielos azules de la señora de la cerveza), pero sin duda es una muestra de lo nuestro, de lo realmente ecuatoriano. Sin duda somos únicos, VIVA ECUADOR